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08 junio 2014

Maison Le Grand Georges


Tras la visita a la Cooling Tower, y a otros tantos lugares todavía sin publicar, decidimos dejar un día para reunirnos con unos cuantos amigos cercanos del urbex europeo.

Precisamente ese día, previo paso por un bar cercano a llevarnos algo al estomago y tras visitar otros lugares, nos acercamos a visitar todos juntos esta pequeña mansión campesina en el medio de la campiña.



Del lugar poco se conoce, salvo su nombre, la mansión del Gran Jorge, posiblemente el que fuera su dueño, o quien sabe otro nombre ficticio de esos que tanto se inventan tanto unos como otros en el urbex, Territorio Abandonado incluido.

Posiblemente en el caso de esta vivienda el motivo del abandono que nos encontramos fuese el de una posible muerte y despreocupación de los herederos por la casa, aunque como he comentado antes bien poco se sabe. Lo espectacular y pese a las reducidas dimensiones de la casa, (habíamos 6 personas dentro y nos teníamos que turnar para fotografiar), es la decadencia en su máxima expresión. Un salón totalmente completo con sus techos de madera podrida y practicamente con la mesa puesta. A su lado, los sofás de cuero marrón practicamente intactos y sobretodo muchos objetos que nos relatan el pasado de la vida en aquel lugar.

La casa es pequeña pero, tanto por la decadencia como por la cantidad de objetos que había en su interior, hacen de esta exploración una de las mejores realizadas hasta la fecha si nos centramos en el tema de la decadencia de un lugar y el estado de ese lugar, aunque todavía quedan reportajes por llegar que visto de otro modo lo superan.

Nos adentramos en su interior a través de una puerta trasera y directamente me dirijo a la única habitación de la vivienda. En su interior, una amplia cantidad de objetos personales acompañan a la vieja cama de matrimonio y el robusto armario de madera, sumidos en el más absoluto de los olvidos.













Encima de la cama nos encontramos con una caja toda llena de antiguas fotografías, la cual como niños con un caramelo empezamos a investigar y nos deja empanados ante ellas. Instantaneas de la antigua comunión de una niña, retratos de boda, posados con atuendo militar y como no fotografías personales de la familia del gran Georges.











Salimos de la habitación para dirigirnos a la pequeña cocina que está pegada a esta. No podemos evitar que nuestra mirada se dirija a aquel antiguo reloj desvencijado. En el interior de la cocina salvo el típico mobiliario nos encontramos con alguna conserva y ese viejo molinillo de café.







Al salir de la cocina volvemos a introducirnos en el viejo salón, una autentica pasada que conserva todos sus antiguos elementos.









Unas viejas zapatillas de estar por casa todavía aguardan junto a los sillones esperando como si algún día volvieran a ser colocadas en los pies de los dueños.







Seguramente uno de los salones decadentes más bonitos que haya podido fotografiar.





Acabamos con el salón cediendo el turno a otros compañeros y en dos habitaciones contiguas nos encontramos con todo un trono para poder hacer las necesidades a la vez de estar sentados y con un viejo abrigo.





Finalmente y antes de salir por donde habíamos entrado aparecen estas empinadas escaleras que daban a una pequeña buhardilla totalmente vacía y muy peligrosa para poner el pie.



07 febrero 2014

Mansion G.M.



Olvidada en el tiempo, la mansión de la Grand Mère vivió tiempos mejores en sus labores de producción de aceite y de vino. Abandonada la actividad agrícola, esta mansión fue dejada de la mano de dios aunque tuvo actividad hasta finales de los años 90, prueba de ello la cantidad de canastos que todavía se encuentran almacenados junto a las escaleras o algunos de los documentos hallados en el interior.

Las fotos fueron realizadas durante varias visitas, la primera de ellas en mayo del año 2012 y la última a finales de enero de 2013, observando durante ese periodo que se habían producido pequeñas variaciones en su estado pero manteniendo la idiosincrasia del lugar, que al fin y al cabo es lo importante.

Nos adentramos en el recinto por la parte posterior para fotografiar una joya obsoleta a merced de las inclemencias del tiempo. Se trata de una antigua camioneta Bedford TJ, fabricadas por primera vez en el año 1958. Hasta 1975 se fabricaban únicamente para el Reino Unido pero a partir de entonces se realizaron para su exportación hasta finales de la década de los 80.



En las siguientes 3 fotografías extraídas de la red se puede comprobar cómo era esta maravilla en un pasado.




Y en el siguiente video se puede ver un modelo más nuevo circulando por las carreteras.



En el interior de la mansión llama la atención al acceder las escaleras principales, a partir de las cuales tanto en el piso superior como en el inferior se disponen en cuadrado los pasillos que dan acceso a las diferentes habitaciones.



La humedad y la decadencia en los suelos de madera van haciendo mella en el edificio.





Accedemos al piso superior






Y nos disponemos a entrar a la que en mi opinión es una de las habitaciones abandonadas más fotogénicas que me haya podido encontrar hasta la fecha y que más me han gustado. Tanto es así, que la cuarta fotografía (la de la cama con el retrato) en formato grande fue intercambiada durante la exposición de 2013 por una pieza de hierro fundido obra del conocido escultor Soca, compañero y amigo de Juan Ripollés. Tanto le gustó esa fotografía que se ofreció a intercambiarla por una de sus piezas, el dinosaurio marino. Sin duda todo un placer, va por ti compañero.





Sobre la pared nos encontramos con el posible retrato de la antigua propietaria de la finca. Los colores marronáceos de la habitación eran absolutamente bestiales a tono con el óxido de la antigua cama y los diversos enseres olvidados en aquella pequeña sala.





En otra sala nos volvemos a encontrar con otro dormitorio, este de menores dimensiones y con un cabezal de exageradas dimensiones, casi ocupaba la mitad de la altura de la habitación.





En la mansión existían diversos cuartos de baños, uno de más reducidas dimensiones en el piso inferior y otro mucho más amplio con bañera en el piso superior.





Otras estancias almacenaban material como toda una colección de sillas de madera o una vieja alfombra en la otra sala.


Pasamos a visitar lo que era la despensa y la cocina de la mansión.




Poca corriente llega ya a sus corroídos enchufes.


Salimos al exterior para dirigirnos hacia la capilla anexa a la mansión, donde aparte de la familia posiblemente debido a sus dimensiones incluso los vecinos irían para oficiarse misa.



La humedad, la decadencia y el paso del tiempo es hoy se refleja en su interior. Absolutamente impresionante.





Los detalles en sus pinturas desconchadas y los acabados dorados del retablo de madera eran sencillamente espectaculares.






Por último salimos de la iglesia y con la estampa de esa preciosa mansión nos despedimos hasta un próximo reportaje.