Hace más de un siglo de antigüedad y en concreto allá por 1874 abre en un privilegiado entorno alemán este lujoso hotel que contaba con un gran casino, el cual conseguía atraer tanto al turismo como a los propios lugareños.
Muchísimas fueron las personalidades que pasaron por dicho hotel pero cabe destacar el alojamiento del mismísimo Adolf Hitler en una de sus numerosas suites de lujo en 1928, dato que conocemos gracias a la amabilidad de Lilian, la nueva propietaria del hotel. Gracias a ella pudimos visitar este lugar dejandonos vía libre para explorarlo cada uno a nuestro antojo. Una postal antigua del lugar que llevábamos, el enseñar fotos del lugar en el ipad y explicarle nuestra afición hizo el resto para que Lilian, en perfecto español, nos alegrase diciendonos que nos permitía el acceso.
Mientras en el exterior los albañiles y operarios se encargaban de limpiar la broza de los arboles, en el interior nos separamos individualmente hasta el punto de perdernos por dentro del edificio. Hay zonas y salas que unos vimos y otros en cambio no, ya que la noche se nos hecho encima tras horas y horas en su interior.
Las fotografías antiguas del lugar son huella de un glorioso pasado que fue abandonado en la década de los noventa y que posiblemente dentro de unos años hubiera podido volver a revivirse puesto que se pretendía remodelar. Pero la realidad ha sido bien distinta, de la remodelación se ha pasado a la demolición. Constatando nueva información se dice que las labores de reparación no han continuado y que debido a la humedad y al deterioro de los suelos y vigas de madera, el techo rojo del casino se ha venido abajo y así ha sido según se demuestra en ciertas imagenes. Una auténtica pena porque un enorme, lujoso y precioso edificio que podía haberse reutilizado perfectamente se viene completamente abajo.
Tras fotografiar una parte de la fachada accedemos al interior entrando por la zona del casino, todo un lujoso salón en el que se encontraba antiguamente la ruleta, así como las antiguas lamparas que iluminaban las mesas y la vitrina para el cambio de monedas que se pueden ver al final de la sala a la izquierda y derecha respectivamente. Además, en la otra parte del salón, la barra todavía conservaba todos sus elementos como los dispensadores de cerveza e incluso algún barril.
Toda una pasada de salón cubierto de una preciosa moqueta roja a tono con la decoración ornamental de su techo.
En un pequeño salón anexo nos encontramos con este antiguo piano de madera el cual todavía estaba totalmente afinado.
Una de las partes más bonitas de todo el edificio en mi opinión eran las escaleras, pese a que les faltase ya las lámparas que colgaban en el hueco de las escaleras desde la parte superior hasta la inferior y que por desgracia semanas atrás algún desalmado se había encargado de destrozarlas. Pinchando aquí se puede ver como eran en un pasado estando ya abandonado el edificio.
Por la parte superior, una preciosa y decorada vidriera iluminaba de arriba a abajo todas las escaleras.
Bajamos de nuevo al piso inferior y nos encontramos con el antiguo salón comedor
Fotografías de algunas de las habitaciones del hotel
Las televisiones eran otro elemento común en la mayoría de las estancias, en alguna de ellas nos permitimos algún saludo a modo de reflejo.
Uno de los enormes baños de una de las suites, totalmente intacto al paso del tiempo.
En las habitaciones más reducidas, el lavabo se encontraba junto a la misma habitación.
En las cocinas, totalmente intactas, alguien se había dedicado anteriormente a esparcir pintura a modo de escenario sangriento.
En otra de las plantas inferiores se localizaba el antiguo pub irlandés, todo decorado de madera.
Por último, nos despedimos de los propietarios y ponemos rumbo hacia otra nueva localización dejando atrás este precioso edificio de bella arquitectura típica alemana.
Si quieres ver más fotos lo puedes hacer visitando los reportajes de los compañeros de expedición Nanotxenko y Gustavo en: