Precisamente ese día, previo paso por un bar cercano a llevarnos algo al estomago y tras visitar otros lugares, nos acercamos a visitar todos juntos esta pequeña mansión campesina en el medio de la campiña.
Del lugar poco se conoce, salvo su nombre, la mansión del Gran Jorge, posiblemente el que fuera su dueño, o quien sabe otro nombre ficticio de esos que tanto se inventan tanto unos como otros en el urbex, Territorio Abandonado incluido.
Posiblemente en el caso de esta vivienda el motivo del abandono que nos encontramos fuese el de una posible muerte y despreocupación de los herederos por la casa, aunque como he comentado antes bien poco se sabe. Lo espectacular y pese a las reducidas dimensiones de la casa, (habíamos 6 personas dentro y nos teníamos que turnar para fotografiar), es la decadencia en su máxima expresión. Un salón totalmente completo con sus techos de madera podrida y practicamente con la mesa puesta. A su lado, los sofás de cuero marrón practicamente intactos y sobretodo muchos objetos que nos relatan el pasado de la vida en aquel lugar.
La casa es pequeña pero, tanto por la decadencia como por la cantidad de objetos que había en su interior, hacen de esta exploración una de las mejores realizadas hasta la fecha si nos centramos en el tema de la decadencia de un lugar y el estado de ese lugar, aunque todavía quedan reportajes por llegar que visto de otro modo lo superan.
Nos adentramos en su interior a través de una puerta trasera y directamente me dirijo a la única habitación de la vivienda. En su interior, una amplia cantidad de objetos personales acompañan a la vieja cama de matrimonio y el robusto armario de madera, sumidos en el más absoluto de los olvidos.
Encima de la cama nos encontramos con una caja toda llena de antiguas fotografías, la cual como niños con un caramelo empezamos a investigar y nos deja empanados ante ellas. Instantaneas de la antigua comunión de una niña, retratos de boda, posados con atuendo militar y como no fotografías personales de la familia del gran Georges.
Salimos de la habitación para dirigirnos a la pequeña cocina que está pegada a esta. No podemos evitar que nuestra mirada se dirija a aquel antiguo reloj desvencijado. En el interior de la cocina salvo el típico mobiliario nos encontramos con alguna conserva y ese viejo molinillo de café.
Al salir de la cocina volvemos a introducirnos en el viejo salón, una autentica pasada que conserva todos sus antiguos elementos.
Unas viejas zapatillas de estar por casa todavía aguardan junto a los sillones esperando como si algún día volvieran a ser colocadas en los pies de los dueños.
Seguramente uno de los salones decadentes más bonitos que haya podido fotografiar.
Acabamos con el salón cediendo el turno a otros compañeros y en dos habitaciones contiguas nos encontramos con todo un trono para poder hacer las necesidades a la vez de estar sentados y con un viejo abrigo.
Finalmente y antes de salir por donde habíamos entrado aparecen estas empinadas escaleras que daban a una pequeña buhardilla totalmente vacía y muy peligrosa para poner el pie.
Muy buen reportaje Nacho te transporta al tiempo la casita,lo que mas me a gustado son las fotos antiguas encima de la cama son brutales un saludo.
ResponderEliminarQue chulada de sitio Nacho!
ResponderEliminarSaludos!
Decadente y repleto de detalles, a eso le sumamos el nulo vandalismo y una fotos cuidadas y nos sale un reportaje completo y muy bueno. Grandisimo, no conocía este lugar.
ResponderEliminarLuego de ver las fotos,¿las guardaron nuevamente en su sitio?
ResponderEliminarSu sitio era la caja que habia a los pies de la cama y si se dejaron allí nuevamente
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