A 1011 metros de altitud y dominando el alto de una colina granítica nos encontramos con este imponente palacio que recibe su nombre debido a una roca cercana con forma de pico de ave.
De estilo eclecticlista, con predominio del neogótico, se construyó como casa-museo para conservar la colección de piezas artísticas y arqueológicas de José María del Palacio y Abárzuza, conde de Las Almenas. Se trata de un proyecto suyo personal y en el que no participó ningún arquitecto, construido por canteros de la zona entre 1920 y 1922.
El edificio albergó elementos arquitectónicos y decorativos representativos del arte español de los siglos XII a XVII. Entre ellos, se debe de destacar columnas y capiteles góticos procedentes del Castillo de Curiel, puertas traídas del Convento de las Salesas Reales de Madrid, techos de carpintería de Curiel de Duero, Toledo y Teruel y diferentes motivos ornamentales de la Colegiata de Logroño y de la Seo de Urgel.
También se exhibía el claustro gótico de la Casa del Abad, del monasterio cisterciense de Santa María de la Valldigna, (Simat de Valldigna, Valencia), que estaba instalado junto a la fachada oriental, pero después de un largo proceso de reclamaciones por parte de la Generalidad Valenciana, fue trasladado en 2007 a su lugar de origen, sin dejar réplica del mismo en el palacio.
A unos 500 metros del edificio se encuentran las ruinas del jardín, igualmente concebido y proyectado por José María del Palacio y Abárzuza, donde también hay depositadas diferentes piezas arquitectónicas pertenecientes a la colección de arte del conde.
El resto de la finca ofrece un aspecto agreste, aunque también fue objeto de distintas intervenciones, consistentes en inscripciones, bancos, escaleras y miradores, tallados en la roca.
En el siguiente vídeo obra del traceur Adrian Pueyo se puede ver el palacio entre las arriesgadas maniobras de este chico elevándose hasta lo más alto realizando Parkour. Una pasada.
Nos adentramos en el interior de la finca a través de un sendero que nos lleva hasta el propio edificio.
En los exteriores nos encontramos con restos del interior del edificio así como también con la antigua piscina del palacio.
Accedemos al interior por la misma puerta que se encontraba abierta y llegamos a las escaleras de acceso desde la cochera al interior del palacio.
A lo largo de la historia, muchas personalidades históricas pasaron por sus estancias. En una de las visitas al conde y mientras descendía estas mismas escaleras, falleció debido a un infarto el estadista Antonio Maura (1853-1925), que residía en una mansión cercana, denominada El Pendolero.
En memoria a esto en el rellano de las escaleras sobre una placa se puede leer: "Bajando por esta escalera, ascendió al cielo don Antonio Maura".
Cuando visitamos el lugar este se encontraba totalmente amordazado de viguetas y en muy mal estado de conservación. Una pena debido al singular edificio y la arquitectura que este posee, digno de ser conservado además de la historia que tiene.
Durante la Guerra Civil española, el Canto del Pico fue sede del Mando Militar Republicano y sirvió de cuartel a Indalecio Prieto (1883-1962) y al General Miaja (1878-1958), quienes dirigieron desde allí la Batalla de Brunete.
El palacio está cargado de detalles en todas las salas a las cuales vamos accediendo. Un claro ejemplo es este patio interior donde no faltaba ni un detalle, las puertas forjadas, el escudo heráldico, los remates con la figura del león...
Así era antiguamente...
Y esto es lo que queda de el en la actualidad.
Finalizada la contienda, el conde de las Almenas, regaló la finca y el palacio al dictador Francisco Franco Bahamonde (1892-1975), que lo utilizó como refugio cuando los servicios de información del régimen alertaban sobre la posibilidad de algún atentado. También acudía a la finca como lugar de recreo, donde llegó a crear una granja de ovejas, gallinas y abejas, que cuidaba en colaboración con el guarda.
Tras la muerte de Franco, la propiedad pasó a sus herederos. Su nieta, María del Mar Martínez-Bordiú, Merry, y el periodista Jimmy Giménez-Arnau, quienes fijaron allí su residencia a finales de los años 70 del siglo XX, después de contraer matrimonio.
Así era antiguamente esta otra sala, anterior a la salida del balcón.
Desde uno de sus balcones principales las vistas eran sencillamente espectaculares.
En el interior del palacio no faltaba entonces nada. Incluso tenía su propia capilla a la cual acudía el párroco de la población cercana para oficiar misa cuando el palacio se encontraba habitado. Hoy día poco queda de ella salvo los restos cromados en las paredes y los apuntalamientos evitando que se venga abajo.
Salimos finalmente al exterior tras la visita del perro del pastor que va por allí a pastar su rebaño.
Bajamos a la zona baja del recinto donde se encontraba un precioso patio decorado por columnas y antiguamente otros elementos decorativos de los que hoy día no quedan ni rastro.
En las décadas de los 80 y los 90 quedó abandonado a merced del paso del tiempo y de los frecuentes actos vandálicos que lo desolaron junto a un incendio en 1998.
Diez años antes, en 1988, Carmen Franco Polo vendió la finca entera a un inversor que tenía previsto construir un hotel de lujo en una de los más bellos parajes de la zona, pero jamás se llegó a construir.
Posteriormente fue declarado "Bien de interés cultural" pero ni si quiera esta declaración ha podido evitar o ha servido para tratar de conservar o restaurar este precioso e histórico palacio.
Hoy y quien sabe hasta cuando, esas almenas graníticas continúan tristes esperando un mejor porvenir. Ojalá y algún día, antes de que sea demasiado tarde, se realice algún tipo de actuación seria con la finalidad de preservar y conservar este palacio, el cual no dejará de ser historia de España.
Imágenes antiguas extraidas de "Todocolección.net" e información extraída de "Wikipedia"