El campo de concentración de Sachsenhausen se encuentra a 35 kilómetros de Berlín, en la población de Oranienburg, a la cual se puede llegar facilmente en tren tras 45 minutos de viaje.
Construido en 1936 por el régimen nazi, el campo comenzó a funcionar el 12 de Julio de dicho año, tras la necesidad de transferir a 50 prisioneros del campo de Esterwegen.
En menor medida que en el
campo de concentración de Auschwitz - Birkenau ,
en este, a pesar de emplearse mayoritariamente como campo de
concentración sobretodo los primeros años y no de exterminio, también se ejecutaron a más de 30.000
personas.
Fue destinado principalmente a prisioneros que eran adversarios
políticos del nacionalsocialismo, pero desde 1938 fueron llevados allí miles de judíos, desde
1940 miles de polacos y desde 1941 miles de militares soviéticos,
18.000 de los cuales fueron fusilados. Incluso fueron detenidos en el campo varios cientos de exiliados republicanos españoles, como Francisco Largo Caballero y hubo un grupo importante de mujeres entre sus internos.
Según los archivos de las SS, más de 2000 mujeres pasaron por el campo controladas por personal femenino. Existía un guardia SS por cada 10 internos, y de cada 10 de estos guardias uno era una mujer.
Su proximidad a la capital del Reich, daba a Sachsenhausen un papel especial dentro del sistema de campos, especialmente después de que la inspección de los campos de concentración fuese transferida desde Berlín a Oranienburg en 1938.
Bajo el lema "Arbeit Macht Frei" o "el trabajo os hace libres", entre 1936 y 1945, más de 200.000 personas fueron encarceladas en el campo de concentración, que rápidamente se expandió en un sistema de trabajo
forzado en 60 subcampos, concentrados alrededor de las industrias de
armamento, que utilizaba la mano de obra gratuita de los prisioneros, en
la región de Berlín.
Antes de su inminente derrota, los nazis ordenaron trasladar a los prisioneros. Las SS dispararon contra todos aquellos incapaces de caminar. Las tropas soviéticas liberaron a los supervivientes el 2 de mayo de 1945, cerca de la ciudad de Schwerin.
Nada más acceder al recinto llegamos hasta la torre A, donde se controlaba a todos los presos del campo. A sus lados, antes del muro, había
una zona neutra, de piedras, justo antes de llegar a una zona de valla
espinosa electrificada, con una descarga eléctrica mortal.
En
esta zona estaba terminantemente prohibido pisar, puesto que el preso
que lo hiciera sería eliminado inmediatamente desde la torre A.
El reloj de la torre marca casi las 11:10, hora en la cual los soviéticos liberaron el campo de concentración.
Mucha gente presa de la desesperación entraba a la zona neutra para que les libraran del tormento de estar allí pero los nazis, al darse cuenta de esto, no disparaban a los presos por lo que estos se tiraban a la valla electrificada muriendo en el acto.
Pero
la mayoría de los presos, sobretodo los judíos, ya habían perdido
todo el derecho de ciudadania en la Alemania de Hitler, y los nazis
decían que ellos no tenian derecho a decidir cuando morir, sino que
ellos mismos, decidirian cuando tenían que morir los presos, por lo que los nazis bajaron el voltaje de la alambrada.
Los
presos al ver que no les disparaban, saltaban a la valla, tardando
muchisimo más en morir, hasta que bajaba un oficial de las SS y les
remataba.
Próximo a la valla electrificada nos topamos con los primeros barracones, conocido como el campo pequeño, donde las SS hacinaron entre 1938 y 1942 a todos los prisioneros judíos. Hoy día es un museo que muestra la vida de los prisioneros judíos durante su estancia en el campo y en el que todavía se puede notar el olor a quemado debido al incendio provocado por algunos antisemitas en 1992.
En estos barracones la convivencia era muy dura,
puesto que llegaron a convivir más de 400 personas en ellos, y tan solo había un
comedor con cuatro mesas, una zona de letrinas y dos pilas donde lavarse.
A los prisioneros se les levantaba a las 4.15 de la mañana, y a las 5 tenían que estar,
desayunados, lavados y listos en la plaza del recuento, llamada así
porque se contaba a los presos para ver si faltaba alguno.
Muchas veces los oficiales de las SS podían tardar horas en encontrar a algún preso que posteriormente hallaban muerto en algún rincón del campo de concentración
Cansados de esto, cuando alguien moría, los propios presos llevaban el cadáver al centro de la plaza del recuento.
Para que todo estuviera
en orden, había un preso especial seleccionado por las SS y que dormía sólo y en el
comedor. Solían ser asesinos en
serie y tenían que tener en orden a todo el
mundo, evitando revuelos en los barracones, siendo muchas veces peores
que los propios oficiales de las SS, porque ellos, se jugaban la vida.
Este otro edificio se trataba de las celdas de castigo y sirvieron como cárcel de campo y de la Gestapo. Además de encerrar a los prisioneros más importantes, se torturaba y asesinaba sin piedad.
Esta cárcel se encontraba tapiada para que el resto de presos del campo
no pudieran ver, pero si oír, lo que allí sucedía. Entre muchas otras torturas una de las más habituales era la de encerrar al prisionero totalmente a oscuras, con la ventana y la puerta totalmente tapada. No llegó a los 60 días la máxima estancia pero cuando el preso salia al patio, con el primer rayo de luz se quedaba totalmente ciego.
En la primavera de 1945, con el avance del Ejército Rojo, el personal de Sachsenhausen preparó la evacuación de los presos. Entre el 20 y 21 de abril, personal de las SS ordenó a los 33.000 internos iniciar una Marcha de la Muerte, muriendo miles de prisioneros. Aproximadamente 3000 presos enfermos y el personal médico que siguió en el campo fueron liberados por unidades rusas y polacas del ejercito Rojo el 22 de abril de 1945.
Al fondo del campo de concentración, nos encontramos con el obelisco erigido en 1961 en memoria de la liberación del campo.
Muestra 18 triángulos en significado de las diferentes
nacionalidades que fueron víctimas y de los prisioneros que murieron
allí. Abajo del obelisco se encuentra una estatua que representa a un
soldado soviético liberando dos prisioneros.
En
la zona de fusilamiento, conocida como Zona Z en alusión a la última letra del abecedario como marca del final de la vida, casi todos los países han colocado placas conmemorando a sus anfitriones caídos en el campo y que fueron fusilados.
En el interior de otros barracones nos encontramos con estas pinturas originales. Las zanahorias naranjas representan a los prisioneros, mientras que las verdes a los oficiales de las SS. La imagen muestra como a un prisionero le sale un pequeño grano en la espalda, siendo revisado por un soldado de las SS y a su espalda otro soldado afilando los cuchillos para aniquilar al prisionero. Cualquier mínima escusa era motivo para asesinar a los prisioneros.
Entramos al área donde se encontraban los hornos crematorios. Hoy día tan solo podemos observar los restos de lo que en su día fueron.
Por último, Sachsenhausen también se caracterizó por ser un campo donde se experimentaba con las personas. Muchos prisioneros fueron utilizados como conejos de indias para experimentos médicos nazis en el laboratorio de patologías.
De sobras es conocida la historia de los experimentos practicados en humanos por Josef Mengele en el
campo de concentración de Auschwitz,
y en el caso de Sachsenhausen no iba a ser menos. Werner Fischer,
dirigió experimentos serológicos con gitanos para determinar cómo las
diversas razas soportaban las diferentes enfermedades contagiosas.
La
mayoría de estos experimentos se dirigían en torno al desarrollo y
comprobación de productos farmaceúticos y métodos de tratamiento para
las lesiones y enfermedades a las que el personal militar alemán y el
personal de ocupación estaban expuestos en los campos.
Los científicos probaron compuestos de inmunización y
sueros para la prevención y tratamiento de enfermedades contagiosas;
entre ellas la malaria, el tifus, la tuberculosis, la fiebre tifoidea,
la fiebre amarilla y la hepatitis infecciosa.
En Sachsenhausen
se sometió a
los prisioneros al fosgeno y al gas mostaza para poder probar los
posibles antídotos pero también a experimentos de esterilización,
intentando desarrollar un procedimiento eficiciente y barato para la
esterilización total de los judíos, gitanos o grupos indeseables por el
régimen nazi.
En el caso del gas mostaza a las víctimas se les
causaba una herida y ésta era infectada con el gas. Muchas victimas
murieron y los que lograron sobrevivir lo hicieron con graves lesiones y
dolores.
En los subterráneos del laboratorio nos encontramos con el depósito de cadáveres donde se depositaban los cuerpos de los fallecidos en las cámaras de gas, llevándolos finalmente hasta su destino final, los crematorios.