Un poco de Historia...
Para hacer referencia a la actividad industrial realizada en este recinto, deberemos trasladarnos a 1835, año en el cual esta actividad ocupaba la tercera posición en cuanto a número de operarios y fábricas de la comarca.
En 1862, el 37,5 % de la actividad industrial se dedicaba a la fabricación de esta materia prima, por lo que era un porcentaje bastante importante para la economia de la época del lugar.
En 1884, existirian hasta 19 fábricas; 2 de papel continuo, 8 de papel blanco y nueve de estraza, las cuales daban trabajo a más de 550 trabajadores y generaban más del 50% del empleo activo del lugar y municipios cercanos.
Pero 47 años más tarde, con el auge de nuevos sectores industriales, el número se reducirá hasta tan solo 5 fábricas.
Hoy día, nos encontramos con un panorama totalmente distinto. Ni la fuerza motriz necesaria para la realización de la actividad se trata del agua, ni esta actividad industrial se lleva a cabo de forma artesanal como antiguamente se realizaba, si no que lo encontramos todo automatizado y controlado por la fuerza eléctrica, y no la hídrica.
Reportaje Fotográfico
Nos adentramos y comenzamos el ascenso por escaleras
Fichamos, para dejar constancia de que realmente hemos acudido al curro
Y nos preparamos siguiendo las normas del recinto
Trabajadores, ¡A sus puestos!, acciona el jefe el botón, comienza la maquinaria a funcionar, pero nosotros pasamos de hacerle caso y antes nos damos una vuelta a ver como está todo.
Nos acercamos a los depósitos donde se almacenaba la pasta de papel, pero nos los encontramos totalmente vacios.
Solo vemos que latas, botes y bidones.
Podiamos usar cualquier utensilio a nuestro antojo, pero eso sí, limpiandolo después, no seamos guarretes...
Nos dirigimos hacia la planta central de la papelera
Y nos encontramos ante nuestros ojos que nos han destrozado la fábrica... sencillos vagones es lo único que podemos observar.
Aunque siempre podremos rezar una plegaria a nuestro santo papelero, el cual vigila toda la planta central.
Ahora nos dirigimos al area donde se encontraban los grandes depósitos, pero hoy solo vemos que unos impresionantes orificios que poco invitan a acercarse a la orilla.
Dejamos a nuestra espalda los restos de aquellos rulos todos envueltos de hojas de papel y que pueden pesar alguna tonelada que otra.
Y hasta aquí este reportaje, pasamos un segundo al despacho, y como si nos despidieramos del jefe, me despido yo desde aquí también de tí, quien está leyendo esto. Un saludo y hasta la próxima.
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